La acuciante pregunta por el sentido
de nuestra vida en esta tierra, tarde o temprano, florece en la mente de todo
ser humano que ha vivido en este planeta.
Quien encuentra una respuesta
satisfactoria, siente la plenitud en su vida, pues conoce o entiende el
significado de su existencia.
Y hay quienes pasan toda su vida en
la búsqueda de esa respuesta que los complete.
“Tu misión en este mundo
es de sólo saber amar…”
Este pequeñísimo fragmento es de una
poesía de Santa Teresita del Niño Jesús, en la que un Ángel le anuncia su
tarea.
Para ella, saber amar era vivir el
amor hacia su esposo divino en el claustro.
Y este amor la llenaba tanto, que el recipiente de su alma desbordaba y
lo derramaba a su alrededor, entre sus hermanas, o sobre aquellos por quienes
oraba, o a través de sus escritos inspirados y sus poesías.
Elizabeth Leseur, otra mujer
francesa, descubrió, en la vivencia de su matrimonio, que:
“un alma que se eleva,
eleva el mundo”
Hoy en día decimos las palabras de Elizabeth
Leseur con otros códigos. Decimos que
“elevamos nuestra frecuencia”, “nos sintonizamos”…
Sin embargo, cien años atrás y ahora
mismo, es la misma fuerza la que “eleva”: el amor.
Si en esta vida no aprendiéramos
otra cosa que a amar, sabríamos hacerlo todo, podríamos hacerlo todo, porque no
sólo estaríamos dispuestos a cualquier cosa, sino que además, no existiría en
nosotros el temor que nos aleja de los otros y de nosotros mismos, y tampoco
existiría el miedo a descubrir y a intentar.
El Doctor David Hawkins afirma categóricamente
que:
"nuestra función como seres humanos
es amar y ser amados"
Y a esto llegó
como resultado de un largo trabajo científico de comprobación fáctica,
auxiliado por la ciencia kinesiológica.
El sistema muscular y todo el cuerpo humano se fortalecen en presencia
del amor: del amar y el ser amados.
Tu misión en este mundo
es de sólo saber amar…
Has venido a amar
y a ser amado…
Amando elevarás tu alma,
elevarás el mundo.
¡Feliz Luna Llena!
Alejandra Lucía Rotf
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