Luna llena diciembre 2020.
No soy
astróloga ni canalizadora. Pero puedo sentir la influencia de la luna llena en mí. Lo he
estado observando durante muchos años.
Muchas
mujeres pueden percibirlo. Muchas mujeres pueden sentirlo. Pero también
hay muchas mujeres que ni siquiera saben. Una cosa es saber; otra, percibir;
y una mucho más profunda: el sentir.
“Saber” me
facilita comprender las percepciones que tengo.
Pero la
transmisión del conocimiento de la influencia de la luna sobre nosotras fue
cortada por la colonización, la cristianización, la inculturación y más aún la
aculturación que sufrieron los pueblos antiguos, los pueblos originarios y los
pueblos indígenas de distintas zonas del planeta.
Sin embargo,
muchos conocimientos provenientes de
la experiencia quedaron grabados en la memoria popular a través de dichos,
frases y enseñanzas familiares. Como, por ejemplo, cuando se caracteriza a una
mujer enojada y se dice que “está alunada”. Es decir, se reconoce en la actitud
de la mujer la influencia de la luna.
Para “saber” puedo tomar el camino
de la pregunta, el camino de los libros, la búsqueda en internet o el camino de
la ciencia y la investigación. Aunque para profundizar sería mucho mejor
la auto-observación, seguir el camino de las tradiciones antiguas y
cultivar el camino de las prácticas internas.
De hecho si
cultivamos el auto observación y realizamos
prácticas de cultivo interior nos
acercamos al Conocimiento -con
mayúsculas- qué es, por lejos, más sutil que sólo saber.
Sin embargo,
para que haya Conocimiento, debe
haber no sólo percepción, sino un intenso trabajar en el sentir, en la sensación,
llegando a la tarea de “manejar la experiencia”.
La percepción es apenas un esbozo, un
pequeño arañar la sensación. Es la atención enfocada levemente en algo.
El sentir es un paso, una escala más
profunda de la percepción. Implica una
experiencia tangible, una certeza material.
Aunque habrá
quien ponga estos conceptos en otro orden: Una joven siente dolor en los
ovarios… y al sentir, “percibe” que hay algo causando ese dolor.
En todo
caso, aclaro que el orden que expuse antes se refiere a percibir y sentir sin
que haya dolor físico mediante.
La comprensión es el entendimiento de
la percepción, de la sensación, y es parte del proceso para alcanzar el Conocimiento.
Podemos
ejemplificar la diferencia que existe entre el saber y el Conocimiento del siguiente modo:
Un
transeúnte pasa y ve una huella en el camino… y sabe que es la marca dejada por
un caballo. Luego viene un rastreador:
la huella “le dice” que el caballo pasó hace dos horas en dirección oeste, que
iba montado por un hombre y que iba apurado, al galope… etc. En suma, el rastreador reconocerá origen, dirección,
carga, velocidad e incluso quizá intención.
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Te invito a
participar con comentarios. Y si no quieres escribir, al menos me satisface
pensar que has leído hasta acá. Y que
quizá lo que sigue te sea un auxilio para recordar, auto observarte y
contemplar.
Aquí van
unas preguntas como puntas de flecha, para reflexionar y bucear en nuestra relación con la luna y con nosotras mismas,
para entendernos y saborear memorias que nos develan parte de nuestras
experiencias fisiológicas, emocionales y energéticas.
Recuerda...
¿Qué dichos populares conoces sobre
la luna?
¿Qué frases familiares (de la mama o
de la abuela) asoman en tu memoria relacionadas con la luna?
¿Has observado en vos misma o en
otras jóvenes o adultas los cambios emocionales que genera la luna llena?
Advierte...
¿Logras percibir la influencia de
las distintas fases de la luna en tus estados anímicos a lo largo del mes?
¿Has advertido la ciclicidad y
recurrencia de ciertos estados o reacciones emocionales mes a mes?
Bonus...
¿Por qué es
importante definir y diferenciar los conceptos de saber-conocer, percibir,
sentir, comprender y tener conocimientos?
De acuerdo a
las funciones que seamos capaces de manejar, podremos repetir o evitar
experiencias. Manejar las experiencias
físicas, fisiológicas, emocionales y mentales dependerá de las herramientas de
las que dispongamos para variar algo de lo que no deseamos repitencia. Al menos, comenzando con pequeños pasos que,
además, nos den la satisfacción de estar tomando las riendas de nuestras
propias vidas y no siendo simplemente juguetes de las variabilidades climáticas
o planetarias.
Alejandra Lucía Rotf
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